Monday, April 25, 2005



¿El humorista debe ser cómico entonces?

Y… no siempre, aunque sí en mi caso porque en realidad yo empecé desde chico, y el público eran mis primos mayores. Me acuerdo en lo de mi abuela contándoles chistes durante una hora y media a mis primos, era el tipo que siempre saltaba con el bocadillo en la conversación, el comentario ocurrente, todo eso. Después empecé a escribir y a probar si lo que yo escribía era gracioso. La primera parte de mis textos los escribí mientras cursaba en Bellas Artes la Licenciatura en Plástica, y en los recreos se los leía a mis compañeros. Por ejemplo, agarraba a uno y le decía: "a ver, vení que te quiero leer algo", y le iba mirando la cara: "se ríe, no se ríe, qué hace este muchacho ¡Ay, se rió! Bien, que suerte, se rió acá que era donde tenía que reírse y ¿porqué ahora hace 10 minutos que no se ríe?". Entonces me empezaron a invitar a sus cumpleaños para que les lea los textos, me decían siempre "che, traéte la carpeta". Así nació el show, en esos cumpleaños de mis compañeros a los que yo iba con las obritas que había probado antes, que sabía que funcionaban y por ahí tiraba algún estrenito a ver si la gente se reía o no. Además siempre había un montón de desconocidos, siempre estaban: mi amigo (el del cumpleaños), dos o tres más de la misma cátedra y después otro montón de cristianos que andá a saber, con los cuales yo no compartía un montón de guiños pero veía que se reían igual. Así estuve durante cinco o seis años, antes de cobrar entrada.

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